Donald Trump pondrá en marcha nuevas políticas de gran calado, entre las que podrían figurar reformas regulatorias, un endurecimiento de la inmigración, aranceles comerciales y relajación fiscal.

Es probable que esto impulse el crecimiento estadounidense, pero a costa de una mayor inflación, grandes déficits y una mayor volatilidad. Actualmente, la economía estadounidense se asienta sobre una base firme, con un crecimiento robusto y una tasa de desempleo baja. Sin embargo, la persistencia de la inflación sigue siendo un reto.

Al otro lado del Atlántico, las perspectivas económicas en Europa son menos favorables, ya que el crecimiento es lento, los mercados laborales están tensos y los déficits son elevados. El impacto de los aranceles estadounidenses y las cuestiones geopolíticas se suman a la incertidumbre.

La posibilidad de una mayor fragmentación del entorno económico mundial, impulsada por el proteccionismo comercial, la deslocalización de las cadenas de suministro y los cambios demográficos puede dar lugar a divergencias en la evolución económica.

De cara a 2025, es posible que los inversores deban considerar estrategias de renta fija más flexibles para sortear estas incertidumbres económicas.

En resumen

Los gobiernos están dispuestos a incurrir en mayores déficits presupuestarios y a desregular sus economías, lo que podría considerarse un estímulo positivo para el crecimiento y una oportunidad para que los bonos corporativos obtengan buenos resultados.

Sin embargo, este enfoque fiscal puede introducir el riesgo de una mayor inflación, lo que provocaría una reacción monetaria de tipos de interés más altos. Esto favorecería la deuda a más corto plazo, como los bonos corporativos a corto plazo.

Aunque la diferencia de rendimiento de este activo con respecto a la deuda pública es históricamente estrecha, siguen ofreciendo una ventaja significativa con respecto a los activos líquidos sin riesgo, como los fondos del mercado monetario, y proporcionan un importante diferencial de tipos de interés mientras se mantienen.

Para quienes teman que las políticas de una región o país concretos puedan afectar al crecimiento económico sin reducir significativamente la inflación, el nivel de los rendimientos reales (ajustados a la inflación) sigue siendo atractivo. Los inversores también están protegidos frente a la inflación prolongada por el aumento de los pagos de cupones y reembolsos vinculados a la inflación. Pueden resultar especialmente atractivos en mercados como el del Reino Unido, donde los planes fiscales y de gasto del Gobierno -junto con un entorno comercial mundial más restrictivo- podrían generar inflación a pesar de un crecimiento económico decepcionante.

¿Y los bonos del Estado?

Los mayores déficits presupuestarios están ligados a un mayor endeudamiento y a una mayor oferta de deuda pública. Esto aumenta la presión sobre las primas por plazo -la compensación adicional que los inversores necesitan para mantener el riesgo de tipos de interés- y los rendimientos de los bonos a largo plazo (rendimientos de la deuda con plazos más largos).

Nosotros preferimos los "segmentos que podrían favorecen que la curva se empine" en los mercados con grado de inversión, especialmente en Europa, donde la curva de tipos alemana puede empinarse. Esta estrategia se beneficia del aumento del diferencial entre los tipos de interés a corto y largo plazo.

El endurecimiento cuantitativo - una inversión de los programas de compra de bonos de la era de los estímulos - amplificará los efectos negativos sobre los rendimientos a largo plazo de una mayor emisión de bonos. Mientras, los riesgos para el crecimiento deberían apoyar los rendimientos de la deuda con plazos más cortos.

La divergencia económica entre EE.UU. y Europa se traducirá en unas disparidades regionales en los rendimientos. Una economía estadounidense más fuerte implicaría que los bonos del Tesoro tendrían un rendimiento inferior al de la deuda pública europea debido a las diferentes políticas de los bancos centrales.

Esto se debe a que la Reserva Federal estadounidense podría anunciar menos recortes de los tipos de interés, mientras que el Banco Central Europeo relajaría su política monetaria para impulsar el crecimiento en la zona euro.

En el Reino Unido, vemos potencial para el posicionamiento a largo plazo, ya que el mercado aún no ha descontado la previsible desaceleración económica derivada del debilitamiento de las perspectivas de empleo.

Ser flexible puede ser rentable

¿Quizás ha llegado el momento de plantearse una estrategia de renta fija «sin restricciones», diseñada para ofrecer un mayor grado de flexibilidad para hacer frente a la incertidumbre?

Una característica clave de estas estrategias es que no están vinculadas a ningún índice de referencia. Esto permite una gama más amplia de inversiones.

Por ejemplo, un enfoque sin restricciones suele tener una duración más baja, lo que hace que estas carteras sean menos sensibles al aumento de la inflación y los tipos de interés en comparación con un índice de crédito típico de alta duración.

Además, estas estrategias pueden ajustar la duración según sea necesario y explorar diferentes mercados que abarcan una amplia gama de calidad crediticia.

Conclusiones

Si las perspectivas económicas nos dicen algo, es que la flexibilidad puede ser un componente importante del éxito de la inversión en los próximos meses.

Un mayor crecimiento en EE.UU. podría dar lugar a un mayor apetito por el riesgo y a un rendimiento superior de los bonos corporativos, especialmente de los títulos a más corto plazo.

También hay oportunidades en el mundo de la deuda pública, que podría servir de refugio a los inversores en caso de que las perspectivas de crecimiento mundial se deterioren en 2025.

Las carteras flexibles que pueden ajustar ágilmente la asignación de activos y el posicionamiento de la duración tienen más posibilidades de sortear estos tiempos de incertidumbre.